
mamen macera
A SB
A mamen se le está desbordando
el amor
de su cuerpo en apariencia chiquitita
Amor de pueblo, de hermana, tribu,
amor de niñas
amor platónico por su ángel macerado.
A mamen el amor le gusta lento
bañado en aguardiente, licor, aceite,
mezcla agridulce, vino, vinagre,
saliva rebosada o mar de llanto.
Macerar:
«reblandecer tejidos
por el contacto prolongado
con un cuerpo
líquido» que abarca
es navegado
y que se enjuga asimismo
del sabor del cuerpo otro
en solidez
que ha sido valientemente sumergido.
O quizás
«mortificar, afligir carne
con penitencias»
con silencios
con ojos/globos que estallan en cristales
al mirar la lista de guasaps
en que, angelito, no se te ve
ni se te espera.
Estás con otra. Te fugas. Me la añoras.
Pero que no, mamen, que no,
que no digieres ni modulas
ni acotas ni recortas ni moderas
ni entrenas ni lo justo ni fronteras
ni mides ni moldes ni alejarse.
Mamen te rebelas e implosionas
de deseo volcán
en tu cuerpo mantra de rodillas abrazadas
y sigues sola.
De entrada,
vamos a ser juntas “para tanto” y para más
yo te acompaño
(yo somos muchas).
Y vamos a enseñarle a Platón lo que sí es amar
que ame bonito y en salmuera de caricias
y acabarán llamándole “amor nuestro”
amor de cocina, de lumbre, de azulejo
amor intenso sediento de la mamen
amor de calmar la sed, amor
amor de cerca, amor de casa y de las cosas
amor que hace temblar al sistema
de los muertos.
Amar mamar mamen, lo sagrado,
lo que une,
el fuego de la verdad que custodiamos
en plazas, en bragas, en artículos
y en besos de, por fin, besos.
De “a estos besos me podría acostumbrar”,
dedos indistintos marinando
en bocas desarmadas que se licuan.
Hazme el favor, angelito de la guarda,
bájame la ídem y las tasas
que el macerado está listo y ya ha llegado
la hora de cenarse poco a poco
Que Salinas decía tonterías
(otra dicotomía patriarcal que reventamos)
que mamen amante y amada y fue y será
y me le vas bebiendo lentamente
los lunares tan salados de la cara.
Imagen de Severija Inčirauskaitė